Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

domingo, 30 de mayo de 2010

Life on Mars & Ashes to Ashes...Back to the seventies



¿Cómo podía vivir esta gente sin Intennéee?

Esta semana he estado en los setenta y la que viene, en los ochenta. No, no es que haya controlado el proceso del viaje temporal (en ese caso, lo usaría para cosas más interesantes, como darle unas cuantas collejas a algún banquero), ni he hecho limpieza en el armario, sino que he comenzado y terminado Life on Mars.

Aunque ya tiene un par de años, empecé a verla por esa extraña manía de ver series que ya estén terminadas, y precisamente la semana pasada había terminado Ashes To Ashes. Por lo que me dije “a empezar series se ha dicho”. Cosa que en el caso de las británicas es facilísimo porque en una semana ocho capítulos se van volando.

Para quien todavía esté un poco despistado, Life on Mars cuenta la historia de Sam Tyler (John Simm), un detective que tras un accidente de coche, despierta para su horror y desconcierto en una comisaría del Manchester en los setenta. Durante dos temporadas Sam irá resolviendo casos con su equipo, que a menudo estarán relacionados con su situación (comatoso, en un hospital del 2006), y en esos casos, lo que le sucede a su cuerpo inerte puede repercutir en el universo en el que se encuentra encerrado.



Sam Tyler y Gene Hunt como personajes de una serie infantil, en uno de los flipes de su protagonista

Junto con el grupo de personajes y el enigma de la situación de su protagonista, uno de los elementos más sorprendentes es el Manchester recreado en Life on Mars. Porque Mars no se refiere unicamente a la canción de David Bowie, sino también a la sensación de su protagonista de haber aterrizado en un planeta diferente: no hay ordenadores, ni procedimientos policiales establecidos..¡Ni calefacción! Porque la principal característica de esos 70 que describen en la serie es una completa falta de nostalgia en su descripción: Manchester es una ciudad en plena reconversión industrial, que lucha contra el cierre de las fábricas, contra la competencia laboral que suponen los primeros inmigrantes asiáticos, se escuchan los primeros pasos del IRA y toda Inglaterra tiene que vérselas con cortes de electricidad. Los aficionados británicos de la serie se quejan de algún que otro anacronismo, pero a mí se me han escapado. En parte por no conocer cómo estaban las cosas en Inglaterra durante los setenta, y por otro lado, porque estaba demasiado pendiente del argumento como para fijarme si en alguna esquina aparecía algo moderno.

Frente a Sam Tyler, el otro gran personaje es Gene Hunt (Philip Glenister), inspector de policía que encarna todo lo que Tyler desprecia: es el arquetipo de policía fascista, homófono, machista y encima hortera (esos zapatos blancos y sus guantes de conducir me perseguirán en el resto de mis pesadillas). Una joya de la humanidad, vamos, si no fuera porque su intuición la mayoría de las veces no le falla y pese a sus métodos un tanto arcaicos, siempre consigue meter al culpable entre rejas. Eso, y una asombrosa lealtad hacia los miembros de su equipo, lo que lo convierte en un personaje mucho más complejo de lo que parecería al principio.



No te preocupes si no entiendes lo que dice: habla en Manchesteriano clásico

Precisamente es el enfrentamiento entre ambos personajes uno de los principales motores de la serie, ya que aunque Hunt desprecie los métodos casi científicos de Tyler, son a menudo estos los que consigue encontrar al verdadero culpable, y aunque Tyler considere a Hunt poco menos que un fascista descerebrado, no hay muchos delincuentes que consigan escapar gracias a estrategias legales.

Life on mars terminó de una forma dramática y con una buena carga de enigmas (¿había sido la fantasía de un comatoso? ¿un viaje en el tiempo? ¿sería cosa de meigas?), pero el personaje de Philip Glenister tuvo el suficiente calado, y eso que se lo digan al candidato del partido Conservador inglés, como para que la gente quisiera su vuelta.

Dicho y hecho: un año después, Alex Drake, la psiquiatra que estudiaba los informes acerca del suicidio de Sam Tyler, recibe un disparo en la cabeza y despierta en el año 1981. para su sorpresa, se encuentra frente a frente con Gene Hunt y su equipo, descubriendo que ella es una detective recien transferida. Este es el comienzo de Ashes to Ashes, la serie que durante tres temporadas narró todas las monerías de los anteriores personajes de Life on Mars, esta vez diez años más tarde, con alegría para los seguidores del personaje de Glenister y por desgracia para todos los que pensaban que los ochenta eran una horterez.



Crecí en los Ochenta y sobreviví...a su horrenda moda

Esta segunda serie está mucho más centrada en el personaje de Hunt, que aparece mucho más suavizado comparado con el bestiajo que era en los setenta, y mucho más caricaturizado que el complejo personaje original, al menos, durante los primeros episodios, ya que la protagonista, como psiquiatra, considera a todos una invención de su subconsciente y no duda en dirigirse a ellos como tales, lo que no les hace mucha gracia.



Diez años encima, y el tío sigue igual de mastuerzo

Ashes to Ashes toma un carácter algo más festivo que la anterior Life on Mars, al menos, en sus primeros episodios, donde parodian el estilo de las series de policías de los ochenta, y posteriormente, con un componente fantástico más evidente que en temporadas anteriores.

Precisamente por esta segunda serie es por lo que el bueno de Philip Glenister se queda siete días más de Personaje de la Semana. Bueno, por eso y porque a día de hoy no se me ha ocurrido ningún otro al que dedicárselo: o él, o mi gato, y este no tiene tan buenos diálogos.

sábado, 22 de mayo de 2010

Finales, cancelaciones y otros caos absolutos


This is the end..beautiful friend, the end

¡No es país para series! O al menos, por lo que dicen las noticias por ahí: cancelaciones, finales esperados, más cancelaciones y posibilidad de traspasos en plan jugadores de futbol. Algunas de ellas me han llamado lo suficiente la atención como para dedicarles una entrada…pero no para verlas, que mi tiempo es limitado y servidora es la encargada de la parte alternativa del Barrilete.



Rascayu, cuando mueras qué harás tú

Por si queda alguien viviendo en un sótano sin televisión, este domingo se emite la season finale de Perdidos. Con un despliegue de medios técnicos y audiovisuales nunca visto antes, simultáneamente, a nivel mundial…lo que es lisa, y llanamente, una faena muy gorda ¿A quien se le ocurre vivir en la franja horaria de las seis de la mañana? Vamos, que si dejé la serie por caótica al principio de la segunda temporada, malamente me voy a levantar a las 05.30 para ver cómo se termina.



Creo que me he equivocado de anagrama


Heroes
se cancela en su cuarta temporada. Si de Perdidos había visto la primera temporada, de Heroes no he llegado a ver ni un episodio, si bien acabó por parecerme un hype en toda regla: desde la expectación que despertaba el salvar a la animadora (a quien Hewl definió en su día como La mujer Croqueta) y al mundo, llegaron las quejas sobre la absurda familia Petrelli y los nuevos héroes. Encima, contaron en la segunda temporada con Christopher Eccleston como hombre invisible. Ay, Christopher, con lo bien que hubieras estado otra temporadilla como Doctor Who.



¿Dónde te has dejado a Edward Cullen, alma de cántaro?

Entre Fantasmas (Ghost Whisperer) sigue por el mismo camino de la cancelación y el oprobio. Y no me extraña, aunque hicieran falta cinco temporadas para que la serie consistiera en: un fantasma se aparece a Jennifer Love-Hewitt de forma inquietante o agresiva. La protagonista va investigando hasta darse cuenta que el fantasma quiere arreglar algo, a menudo preguntando a allegados que la toman por loca cuando les habla de fantasmas. Al final la creen, el fantasma se reconcilia, cruza al otro lado y todos lloran. Algo así como la serie aquella de los ángeles que echaban en Antena 3, pero con fantasmas y la vida de la protagonista de por medio, que es Mary Sue como ella sola: que si mi marido me quiere mucho, que si ahora lo pierdo, que si ahora lo recupero, que si ahora se deja pelucón y tenemos un niño..Por la segunda o tercera temporada se quedó un intento de incluir una especie de antagonista malvado que nunca más volvió a aparecer. Seguramente porque no pudo aguantar tanta repunancia junta. Y esto dicho desde el respeto, oigan, que Entre Fantasmas es mi placer culpable de las tardes.



Y como llegaron, se fueron

Flash Forward se cancela en su primera temporada. La expresión “quedarse en agua de borrajas” parece hecha para esta serie que todo el mundo consideraba un nuevo Perdidos. La expectación parecía irse diluyendo capítulo por capítulo hasta que la gente acabó por considerarla un plomo de narices ¿Demasiada expectación? ¿Mal guión? ¿Cosa de meigas?



Smallville se acaba tras diez temporadas. Porque decían que eran las aventuras del joven Clark Kent, pero en este tiempo ya le hubiera dado para terminar la carrera de periodismo y prepararse unas oposiciones. Nunca llegué a ver esta serie, yo era más del Superboy de los noventa, mucho más chorras con su Clark Kent con leotardos azules y supervillanos de pueblo y bajo presupuesto. Lo único que sé es que los últimos capítulos eran los más flojos y que Kristin Kreuk parece una rana con zapatillas.

La situación queda, para septiembre, un tanto rara: se va LA SERIE del 2004, se cancelan muchas que llevaban años funcionando, muchas de las novedades van a ser remakes de series anteriores, algo que había empezado el año pasado y que hace sospechar falta de ideas...Que no cunda el pánico. Siempre nos quedarán las series británicas.

sábado, 15 de mayo de 2010

Ciencia ficción, viajes en el tiempo y de todo un poco



Las bibliotecas son malvadas. Bueno, solo algunas. No hay otra forma de definir que un centro de préstamo conceda solo una semana (siete días, siete) para devolver un libro. Que, si se trata de Fundamentos de la Dirección Comercial, lo entiendo, pero cuando hay que terminarse a toda velocidad The Golden age of science fiction, de Kingsley Amis, clama al cielo. Y cuando ese plazo está compartido para terminarse Trouble is my Business, de Raymond Chandler, ya es plan de empezar a decidir entre retirar comidas en el día u horas de sueño. Todo sea por la lectura.
En fin, la semana también ha dado para más cosas:



Smithers, traigame a unos policías como los que había en los años 70

Life on Mars pasa a ser mi serie actual. Me sorprende ver a John Simm sin parecer un Time Lord psicótico, y sobre todo, con unos kilillos más (por dios, que le den algo de comer en su casa, que se está quedando en nada). La ambientación está muy cuidada y alejada de cualquier tipo de nostalgia: reconversión industrial, era pre-informática, falta de calefacción en los pisos…¡Los setenta no son divertidos! Aunque tuvieran una música de morirse, que no todo iba a ser malo. Pero cualquier aparición del policía comatoso se ve eclipsada por Phillip Glennister y su caracterización de comisario (gov) Gene Hunt. Es más bruto que un arado, machista, energúmeno, se guía por el instinto policial, que a veces le falla más que una escopeta de feria..y sin embargo es fascinante. Tengo ya en cola Ashes to Ashes, que termina este año su tercera temporada. Dios bendiga a los británicos y a sus series ultracortas.



Comienzo la serie de Thursday Next, o al menos, El caso Jane Eyre porque es el único que he visto en la biblioteca (en otra donde te dejan los libros 15 días, para poder vivir y esas cosas). No recurre tanto al chiste por párrafo como a recrear un mundo completamente desquiciado en el que la guerra de Crimea va por su 130º año, los libros son materia de primer orden, y el mayor invento del siglo es un prototipo para poder entrar en el mundo de los libros. Que ya me gustaría a mí que hubiera un aparato así, para poder entrar en Tiempo de Silencio y romperle la boca al imbécil de su protagonista por todo el trabajo que me supuso en el instituto, pero no todo es posible en esta vida. Aunque haya sido publicado en una colección de ciencia ficción, no es el género que más le va, porque lo absurdo del universo de Thursday, Detective literaria, entra más en la fantasía. La novela está llena de referencias a la obra de Bronte, de Jane Austen y de Shakespeare que se lo recomiendo a cualquier aficionado a la literatura clásica (menos a Hewl, porque fijo que dice que es freak), y sobre todo, a los amantes de los dodos.

Y eso es todo. Me voy a terminar la primera temporada de Life on Mars y ya pensaré algo para la próxima entrada.

viernes, 7 de mayo de 2010

Fawlty Towers

Antes de que los Monty Python decidieran rodar esa locura completa (y refranero de los freaks de todo el mundo) que fue su Flying Circus, los ingleses podían disfrutar de las aventuras del director de hotel más mala persona y miserable que ha visto todo el Imperio Británico: Basil Fawlty, propietario del establecimiento Fawlty Towers, en Torquay.



La serie cuenta las desventuras del dueño, su mujer y sus empleados en el día a día de llevar un hotel: inspectores de sanidad, clientes insoportables y la propia inutilidad de Fawlty son los temas habituales de cada capítulo.



Random silly walk


Basil Fawlty
es el propietario del hotel. La mejor forma de definirlo es “odioso más allá de toda redención”, porque no estamos ante un borde simpático como podrían serlo House o Bernard Black, sino realmente ante el prototipo de negociante odioso: es tacaño, maleducado, pelota, violento con sus empleados (especialmente con Manuel) y cuando quiere disimular o distraer la atención de alguien, empieza a quejarse de una herida de guerra en la pierna. A pesar de ser un completo insoportable, es el personaje más divertido gracias a las gesticulaciones y silly walks en los que John Cleese es especialista.



Manuel
es uno de los personajes más conocidos, y sobre todo, causante de los trastabilles de doblaje que la serie tuvo en España: ¡Manuel es de Barcelona! Y desde luego, el tratamiento que le dan no es el más amable que podía ser: su aspecto bajito y moreno es la idea que los ingleses tenían de un español, habla muy poco inglés, y en muchas ocasiones los personajes dicen que saldría más barato entrenar un mono. A pesar de su mala pata, es uno de los personajes más entrañables: no es precisamente el tipo más listo, pero es trabajador y voluntarioso. Sus mejores diálogos aparecen con las referencias al régimen de Franco que Fawlty no duda en mencionar (fusilamientos incluídos).



Sybyll es la mujer de Basil Fawlty, y no son precisamente un matrimonio bien avenido. Aficionada al golf, al bridge y a abofetear a su marido cuando este comete algún error garrafal, sirve de contrapunto para todos los chistes acerca del matrimonio del protagonista.



No encontré foto del cocinero

Polly y Terry. Camarera y cocinero del hotel, la primera es dibujante aficionada, sin mucho éxito, y el segundo, puede que no sea el mejor cocinero pero sí el más especializado en abrir latas para la cena. Ambos son la parte práctica del hotel y a menudo le sacan a Fawlty las castañas del fuego cuando este está a punto de ser cogido en su propia mentira.

Los habituales del hotel son un comandante retirado, un poco chocheante cuando menos hace falta, y un par de encantadoras ancianitas que interrumpen a Fawlty cuando este más prisa tiene. El resto de clientes varía entre lo verdaderamente irritante (lo que hace dudar acerca si el protagonista es el personaje más odioso de toda Inglaterra), o lo normal y corriente, en contraposición al impresentable director del hotel.

La estructura de la serie es bastante tradicional en las comedias, y muy propia de la época: un entorno fijo, un problema inicial, una complicación cómica y un desenlace aún más cómico. Algo muy poco dinámico si se está acostumbrado a las comedias recientes tipo IT Crowd o Black Books, pero funciona, gracias al toque absurdo que se le da a cada secuencia, y especialmente, la actuación de John Cleese, verdadero especialista en el humor gestual y los bocinazos.

Actualmente se considera una de las mejores comedias británicas, lo que seguramente hará salir corriendo a mucha gente (hola, Hewl), pero que a los aficionados tanto de los Monty Python como del humor británico le proporcionará doce episodios de diversión garantizada.

sábado, 1 de mayo de 2010

Fringe S02E20. El musical




Reconozco que no las tenía todas conmigo cuando este jueves emitieron el Episodio Musical de Fringe. Por fin había arrancado definitivamente la trama de Peter y la Dimensión de al Lado, y el detener el argumento para hacer un episodio meramente anecdótico no me parecía muy allá.

Más todavía cuando esta semana he estado siendo perseguida por el genero noir en todas sus facetas: primero mando a tomar vientos a Bored to Death y después empiezo un libro de Raymond Chandler (Trouble is my Business) que había sacado de la biblioteca. Pero no por premeditación, sino porque no conseguía encontrar el que había ido a buscar. Los caminos del bittorrent son inescrutables: una semana ves el Alicia en todas sus facetas, y otra acabas rodeada de detectives.

Por suerte, mis sospechas respecto al capítulo de Fringe han sido infundadas, porque ha resultado ser un especial divertidísimo a todos los niveles. En este caso, el musical es meramente anecdótico, más allá de ver a Walter Bishop y a Olivia cantando alguna pieza, o a Broyles (pedazo de vozarrón tiene el tío), porque en realidad la historia va de un pastiche entre el género detectivesco y las historias infantiles. Que ya es raro solo de oírlo, igual de raro que el resultado, pero también divertido.



Todo comienza cuando la sobrina de Olivia llega al laboratorio y Walter decide contarle una historia. Este irá actuando como narrador durante todo el capítulo ayudado por la niña, que de vez en cuando también aparecerá para poner quejas. El bueno de Walter decide unir el género musical y detectivesco en una historia en la que la detective Olivia Dunham recibe el encargo de buscar a Peter Bishop…A partir de aquí empezarán a aparecer todos los personajes de la serie a cada cual mejor: Broyles de policía cantante, Astrid como ex ayudante de la detective y pidiendo trabajo en un manicomio por su paciencia con los locatis (es lo que lleva haciendo dos temporadas. Tiene práctica), Massive Dynamics y Nina Sharp, pero sobre todo…Walter Bishop como el inventor de todas las cosas fabulosas del mundo: los caramelos, los arco iris, ¡los abrazos! Sin duda ha sido uno de los mejores puntos de todo el capítulo ya que no pierde el nexo con la idea de este, un cuento para una niña pequeña.



En conjunto, mantiene muy bien el equilibrio entre la mitología de la serie, con los personajes en papeles determinados, los elementos infantiles y un tanto macabros, que parecen salidos de un libro de Roald Dahl, y la parodia de los detectives de los años cuarenta que es ya habitual en estos casos. Para muestra, estos han sido las mejores escenas del capítulo:

- El momento anacronismo, cuando pese a la estética de los años cuarenta, empiezan a aparecer teléfonos móviles y portátiles.
- Los aparatos cienciaficcioneros por doquier en el laboratorio del Walter Bishop de la historia. Mención especial para la vaca a topos de colores. Y los cadáveres cantantes.
- La explicación al origen de los inventos de Walter.
- Astrid explicando que se le dan bien los pacientes de psiquiátrico.
- La sobrina de Olivia arreglando el final del cuento que Walter le ha contado.

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