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jueves, 1 de mayo de 2014

The Black Door (2001). Grabaciones domésticas, satanismo y los años treinta


A partir del estreno de El proyecto de la Bruja de Blair, el metrajeencontrado empezó a ser un género en toda regla. La una o dos películas por año que se estrenaron después del boom de 1999 dio paso a contar con un número mucho mayor en cualquier plataforma de vídeo. Por esto, y por lo olvidable que eran algunas de las que se estrenaron inmediatamente después a su inspiradora, muchas de ellas hoy son muy poco conocidas o poco interesantes, como The Saint Francisville Experiment. En otros casos, como The Black Door, tuvieron una distribución tan limitada que parece que solo hay disponibles copias dobladas o con subtítulos al castellano. 

Grabada con cámaras semiprofesionales y mezclando metrajes de distintos orígenes (desde filmaciones de los años treinta hasta vídeos domésticos), La puerta negra recoge los últimos días de un chico, ingresado en el hospital con extraños cortes en su cuerpo, y reconstruye los acontecimientos que lo llevaron hasta esa situación. No parecía que una tesis doctoral sobre el comercio fronterizo a principios de siglo fuera algo especialmente peligroso. Pero sus datos sobre un próspero empresario mexicano y su desaparición lo conducen a una grabación donde se filma el asesinato de este en un extraño ritual. Cada vez más obsesionado con la cinta, su investigación acaba girando en torno a la figura de Balsameda, la víctima del sacrificio, y sus colaboradores. Ahora, a su novia solo le queda encontrar una forma de salvarlo con la ayuda de un sacerdote y la información que conoce el último superviviente de aquella sociedad ocultista.



A diferencia de otras películas de esos años, la filmación está muy lejos de los movimientos frenéticos de cámara que caracterizaban a La bruja de Blair por motivos lógicos y que serían una característica típica del género. en su mayor parte, recurren a la filmación con un equipo para documentales y tomas fijas destinadas a los monólogos de los personajes. Incluso parte de las grabaciones domésticas, las relacionadas con el trabajo de su protagonista, se realiza de una forma parecida. El objetivo de la historia, según establecen al principio, es el registrar todo lo que sucede y sucederá a su protagonista, por lo que recurren en la medida de lo posible a un formato muy de documental. La única concesión a las secuencias más habituales son aquellas donde  se produce alguna revelación sobre el argumento o un desenlace. En estas no falta el paseo cámara en mano en alguna mansión abandonada donde puede verse alguna silueta de refilón, pero es en realidad su intención de parecer un documental la que le da verdadera atmósfera a la historia.



El mayor aporte a esta atmósfera son las grabaciones correspondientes al ritual que reproducen durante la investigación. Sin sonido original, se acompañan unicamente por la voz en off que describe lo que van llevando a cabo en la pantalla. En ellas se han invertido la mayor parte de trabajo a la hora de envejecerlas y darles un verdadero aspecto de película antigua (he visto otras más recientes donde no les salía tan bien el efecto), y donde se recoge el mayor número de referencias cinematográficas y culturales, desde el cine snuff hasta El perro andaluz de Buñuel. Puede decirse que es el plato fuerte de la película, hasta el extremo de ser lo más memorable y de poder encontrarse como pieza suelta en youtube.



Todo esto la convierte en una película muy sobria, y a la vez, muy alejada del referente que fue El proyecto de la Bruja de Blair. Si recurre al formato documental es para contar una historia con su propia entidad, desarrollando a los personajes que aparecen en la medida de lo posible. No llega a ser redondo del todo, porque en este género es muy difícil: en cierto modo, la trama principal parece que se queda en las ganas de lucirse con la filmación antigua, y las secuencias de cámara en mano resultan algo atropelladas por comparación. Pero se trata de toda una curiosidad dentro del metraje encontrado, y mucho más creativo que la media de entonces. Eso sí, no sé en qué estaban pensando cuando eligieron la música de los créditos: pocas veces he visto una canción que pegue tan poco con el tono de su película.

2 comentarios:

satrian dijo...

No la conocía.

Renaissance dijo...

Yo tampoco, venía en una lista sobre las mejores películas de este género. Y la fecha en que se rodó la convierte en una curiosidad.

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