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lunes, 27 de octubre de 2014

Al filo del mañana (2014). Un día tras otro tras otro...



Hay un tema en la ciencia ficción, y más concretamente, en los viajes en el tiempo, que es el de volver y repetir un momento determinado en el tiempo. Puede tomarse de una forma muy metafórica, como optaron en Black Mirror, o en una versión más literal, la de volver físicamente a ese tiempo determinado y poder enmendar un error con lo aprendido.


Al filo del mañana explota esta posibilidad al máximo: la repetición una y otra vez de una batalla por parte de un soldado, con las infinitas posibilidades que genera cada una de sus acciones. Pero el punto de partida es todavía más amplio, porque esta batalla no es la de una guerra cualquiera, sino un enfrentamiento entre los humanos y unos alienígenas que, desde hace años, han convertido el planeta en una zona de guerra. En el que sería el enfrentamiento decisivo entre dos especies, un soldado descubre que, en el momento de su muerte, vuelve a despertar el día anterior, recordando todo lo sucedido. Esto le proporcionará la ventaja necesaria no solo para conseguir el entrenamiento necesario, sino para conocer a otro soldado que llegó a tener esa misma capacidad. Capacidad que puede ser la clave para derrotar a los alienígenas, y que con cada día, con cada muerte, con cada nueva decisión, se acercan más al verdadero final de la guerra.



 Aunque había oído buenas críticas de la película, no terminaba de animarme. En realidad el punto de partida me parecía algo agobiante. Y de una forma muy aleatoria, me recordaba un poco a El efecto mariposa, aquella película de cuando Ashton Kutcher intentó ser actor dramático, y que retorcía el tema repitiendo situaciones hasta la náusea. Además, estaba basado en un manga, cuando este tipo de adopciones no suelen funcionar muy bien (especialmente porque han pasado de unos adolescentes pilotando exoesqueletos a Tom Cruise haciendo de militar degradado. Y me parece que ha sido una mejora). Pero donde esperaba una historia que consistiera en repetir las mismas secuencias, o algo mucho más cerrado y claustrofóbico, me encontré con una narración más dinámica. La secuencia de la primera repetición dura muy poco, y tanto la adapción del protagonista como el encuentro con secundarios en su misma situación es lo bastante rápida como para que esa sensación de que todo transcurra en el mismo día se diluya mucho. Además, aprovechan un elemento interesante como el de las posibilidades que genera cualquier variación en la actitud de los personajes, haciendo que cada momento sea distinto, pero dando a entender que este puede haberse repetido muchas más veces que las que aparecen en pantalla. Naturalmente, hay algunas escenas fijas que se mantienen, como el primer encuentro con determinados personajes o el despertar del protagonista, pero muy dosificadas de forma que pasan a ser una constante o un guiño un poco irónico con el público.



 En cierto modo, este tema no es tanto la trama principal sino un hilo conductor que cuenta con una gran importancia. Porque en realidad este sirve para contar de una forma distinta una historia sobre invasiones y guerras contra alienígenas de las de toda la vida. Pero también planteada desde una perspectiva alejada de las habituales. No hay secuencias tópicas sobre la destrucción de los principales monumentos turísticos del mundo (la próxima vez que un marciano se cargue la torre Eiffel, le aplaudo), sino que la situación es bastante posterior, mostrando los efectos de años de guerra en núcleos de población. Además, al jugar con referencias a determinados lugares, hace que este resulte mucho más cercano. Y es que apodos como El ángel de Verdún en pleno 2014 son todo un acierto.



 Seguramente la agilidad con la que se plantea el tema de la repetición temporal es por su vocación de película de entretenimiento. Porque su cantidad de acción y efectos especiales demuestra su vocación de superproducción, y en su última parte es un despliegue de medios y combates bastante típico. Pero al menos en su primera mitad, este es mucho más comedido, y cuenta con un aspecto estético bastante interesante: el diseño de la tecnología empleada, muy pesada y aparatosa, recuerda en cierto modo a una maquinaria bastante más antigua. Y, aunque no sé si era intencionado o no, la aparición de uno de los personajes, con una armadura mecánica y una espada en mano, llegó a recordarme a algunos diseños de Warhammer. Aunque esta vocación de superproducción, que en cierto modo no se va a terminar arriesgando demasiado, se acaba notando: el desenlace acaba volviéndose muy tópico, con un enfrentamiento final en el que se sabe perfectamente que los personajes no van a fallar una sola vez ¿Qué se han pasado toda la película repitiendo el mismo día una y otra vez como el catecismo, para sacarlo por prueba y error? Aquí no pasa nada, que les va acabar saliendo todo a la primera. Y si no, los incomprensibles alienígenas algún error cometerán para facilitar el camino.

 De todas formas, tampoco puedo ser demasiado crítica con esto, tratándose de una película que, con una premisa que no terminaba de gustarme, ha sabido resolverla de forma ágil y efectiva.

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