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jueves, 18 de junio de 2015

We are still here (2015). Apariciones, posesiones y un pueblo muy raro.


 

Los fantasmas en el cine han cambiado mucho. Si su entorno habitual eran los caserones de hace dos siglos y las tragedias decimonónicas, hoy es mucho más probable encontrarlos en un escenario actual, o como mucho, de hace cuarenta años. Este cambio no ha hecho solo que los años setenta resulten una ambientación con el mismo potencial, pero más novedosa, que la clásica, sino que también sus apariciones son ligeramente distintas. Menos sutiles, y con tendencia a explotar de una forma más directa la amenaza física que estos pueden suponer, en lugar de limitarse a manifestaciones sutiles o efectos digitales. Insidious, Expediente Warren e incluso Sinister aprovecharon estas variaciones que ahora, sirven como inspiración para producciones más pequeñas.

 

We are still here recurre también a estos elementos. Ambientada en un período bastante indefinido, entre final y principio de los 70 y 80, comienza con el traslado de un matrimonio a una apartada mansión en el campo. Este, motivado por la muerte de su hijo, no parece servir de mucho: la casa se ha impregnado de olor a humo, sus vecinos son una extraña pareja que no pierde tiempo en hablarles del pasado de la mansión. Además, los ruidos y susurros que Anne, la esposa, escucha, le hacen creer que quizá el espíritu de su hijo esté con ellos. Pero una pareja amiga, aficionados al espiritismo, teme que la presencia no sea su hijo, sino algo peligroso.




La realización de la película es muy deudora del tipo de cine de esa época. Esto no es algo que se quede unicamente en los vestuarios y el atrezzo, sino que ya desde los primeros créditos recurre al estilo de las producciones de terror de entonces…especialmente, de aquellas que contaban con un presupuesto muy ajustado. Al rótulo de la película, tan estático como los de entonces, les siguen muchas secuencias generales de viajes en coche, planos de escenarios. Todo lo que de un modo u otro, sirve para dar una idea general de una situación muy aislada e intemporal.

 


Esta inspiración tampoco se ha quedado en los detalles externos: el guión, lejos de quedarse en una mera historia de fantasmas, recurre a otras tendencias, como las referencias al espiritismo e incluso todo lo relativo a los pueblos que esconden un secreto y las amenazas a todos los que son ajenos al lugar, que en cierto modo, envuelve lo que parecía que iba a ser la trama principal. Este último también se trata con bastante sencillez: no hay ninguna ambientación deliberadamente rara, sino que recurren a exteriores de apariencia anodina, dependiendo únicamente de las apariciones de los secundarios. Estas resultan intencionalmente forzadas, tanto en los primeros diálogos como en los del desenlace, donde directamente tienen que dar un aspecto más enloquecido. Aunque esto es uno de los detalles que peor funciona, porque gran parte de sus apariciones resultan demasiado fuera de lugar como para creérselas. Lo cierto es que hay que estar demasiado pendiente del tema de los homenajes como para que una escena en la que una pareja rara se mete en la casa, y empieza a contar una historia aún más rara, sobre los antiguos dueños, funcione por si sola sin que de la impresión de ser absurda.

 


Uno de los mayores aciertos ha sido la concesión que se demuestra a la hora de caracterizar personajes y proporcionar los datos necesarios para el punto de partida. En este sentido, el montaje y el guión es muy hábil, no perdiendo tiempo ni con diálogos: una simple secuencia de la entrada a una casa, y una caja con fotos y objetos personajes sirven como información suficiente, además de, junto a otros momentos específicos, servir para crear una atmósfera muy particular. Incluso un vestuario típico de los hippies es bastante para caracterizar a los personajes secundarios. Aunque su primer diálogo también es un momento bastante efectivo por lo cómico de este.

 

El tiempo le ha sentado muy bien a Barbara Crampton..aunque el no llevar cardado también ayuda


Para recrear la parte sobrenatural de la historia optan por una forma bastante directa: los efectos de sonido con pisadas y golpes se quedan como parte de la ambientación, recurriendo en cuanto pueden a mostrar a los fantasmas directamente y que estos sean muy similares a los monstruos de cualquier película de terror. Pero esta parte, y su relación con la segunda trama, es la que peor funciona: estas acaban chocando, no tanto por sus características (que  se acaban complementando), sino precisamente por la forma de querer rodarlas. Y es que la solución más original que tenían era el aclarar ambas durante los créditos, a través de informaciones en recortes de periódico. Detalle que habría sido mucho más útil si no hubieran intentado meter dichas aclaraciones a base de diálogos en cuanto les era posible.

We are still here una película muy curiosa, pero muy efectiva. No se excede con las apariciones de sus monstruos, pero crea atmósfera. No tiene un reparto especialmente conocido pero cuenta con Barbara Crampton, que igual por el nombre no suena pero si se mencionan Re animator y Resonator, es probable que sí. Y se inspira en una forma de hacer cine muy específica, que podría ir desde la serie B hasta las películas de Lucio Fulci, pero en más de una ocasión, estas ganas de ser tan cercana a esas bases hace que no funcione todo lo bien que debería.

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