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jueves, 16 de junio de 2016

Warcraft: el origen (20106). Para enterarse de donde vienen los hechizos, sigan las luces de colores


Pese a no ser fan de los videojuegos, he visto unas cuantas películas basadas en estos. Con que estos sirvan de idea para un guión interesante, sirve. Y como toda película, algunas entretienen, como Silent Hill o la primera Resident Evil, otras son más flojas, como Silent Hill 2 y..bueno, después está Street Fighter. Pero me reí mucho con ella. De Warcraft sabía todavía menos: que era un juego, ahora en red, ambientado en un mundo de fantasía similar al que hemos visto en libros y en otros medios. Suficiente como para resultar una película interesante incluso a los no jugadores.



Son las bases de este juego las que sirven para plantear la historia en la que dos mundos se encuentran en guerra: por un lado, el de los humanos ha sido invadido por la Horda, la nación de los orcos, a través del portal abierto por estos. Por otro, los orcos no se limitan a ser unos conquistadores despiadados: su tierra se muere y actúan movidos por la supervivencia. Pero es uno de ellos el que sospecha que la misma magia que les ha permitido viajar entre planos es la que acaba con la vida en cada uno de ellos. Y que, a riesgo de traicionar a los suyos, la única forma de salvar esta nueva tierra es aliarse con los humanos, y detener el conjuro que abrirá definitivamente la puerta entre ambos mundos.

En principio, la película estaba pensada para durar algo más de dos horas y media, reducida en algo más de treinta minutos. En el metraje se nota, porque a veces los cambios entre secuencias y tramas resultan muy bruscos, dando la impresión de  que ahí faltan diálogos o escenas de transición. Aunque la edición  no fuera la más adecuada, se agradece la decisión: esta duración es más que adecuada, y con alguna de las limitaciones del guión, habría sido muy difícil mantener la atención todo ese tiempo. Y que, personalmente, cada vez estoy menos de acuerdo con esa norma de hacer durar a los blockbusters más de 120 minutos.



En todo caso, este  tiempo es suficiente para presentar las dos tramas: la llegada de los orcos, y la actuación de los humanos. En realidad es la primera a la que han dedicado más cuidado, tanto a nivel visual como en trasfondo: los personajes son los que despiertan más simpatía, o al menos, donde se encuentran los principales conflictos sobre lealtad, enfrentamiento y drama. Es bastante chocante que unos personajes generados por CGI acaban teniendo más carisma que los actores reales, pero el material con el que trabajan estos últimos es bastante pobre:  al caballero le correspondería  ser el protagonista más o menos oficial, o al que le intentan dar algo más de profundidad.. pero Travis Fimmel no termina de convencer. Resulta un poco inexpresivo y como mucho, se dedica a desorbitar los ojos de una forma parecida a la que hacía como Ragnar en Vikings. El interés romántico que  le añaden queda muy forzado, por no decir una anécdota que se reduce a menos de cinco minutos y que hasta los personajes olvidan en poco tiempo. Pero los que salen peor parados serían los reyes de Ventormenta: más que planos, en mi vida había visto a unos tipos tan majetes. Aquí su majestad da abrazos por doquier, no se pierde una batalla y es más noble que..bueno, si fuese más unidimensional sería una cartulina. No hay problema en incluir unos personajes sin defectos aparentes, sobre todo cuando se trata de una película poco compleja, pero en el caso de este, rozaba lo cómico.



No se podría hablar de efectos especiales concretos, porque en una producción como esta, la infografía es una parte muy importante. En este caso, no iguala ni supera  estrenos de este año pero tampoco es floja: es correcta, especialmente a la hora de crear a los orcos, donde se nota que le han dedicado el mayor tiempo y esfuerzo. Tampoco puede decirse que parezcan tan reales como los actores que en algunos momentos comparten escena con ellos, porque es un tipo de efecto en el que siempre se nota la infografía, buena o mala. Pero en este caso, sí son creíbles: tienen la expresividad adecuada y las secuencias con actores no resultan demasiado chocantes. El resto es a veces muy irregular: los escenarios están muy bien recreados, así como los conjuros y las batallas, pero en otros personajes, como los enanos, se hace mucho más evidente su generación por infografía. además, hay un desnivel entre los efectos digitales y algunas caracterizaciones:  mientras los primeros son los que más lucen, los últimos tienen a menudo un aspecto demasiado de atrezzo. Las armaduras son tan brillantes que parecen plástico, y en los planos en los que aparecen magos y elfos, su aspecto parece conseguido a base de maquillaje, más propio de un cosplay bueno que de una caracterización. Hasta juraría que en algún momento a los orejones de los elfos se les notaba el postizo.



El estudio de Warcraft parecía muy convencido de su éxito. O eso, o fueron ambiciosos: todo el planteamiento de la historia está destinado a ser el comienzo de una serie, y no una película independiente. Hasta el punto de destinar el último tercio de esta a abrir nuevas tramas y quedarse con un final abierto para la próxima entrega. Al menos, esta primera ha sido muy resultona, aunque irregular en algunos casos. No se podría calificar de floja o torpe siendo una película derivada de un videojuego, donde la intención de ofrecer entretenimiento está muy clara y a menudo se enfrentan a más limitaciones que los guiones originales. Esta divierte, hace recordar un tipo de fantasía poco compleja, y el resultado visual es adecuado. Además, recordando un poco la película de Dragones y Mazmorras, que volví a ver hace unas semanas, creo que los propietarios de esa franquicia habrían dado cualquier cosa porque les hubiera salido una como la que consiguieron con Warcraft.

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Creo que de películas basadas en videojuegos me quedo con la primera de 'Silent Hill' y la primera de 'Resident Evil'. No le he terminado de pillar el punto a esta de 'Warcraft'. Será que nunca me ha atraído mucho el juego, no sé...

Renaissance dijo...

Silent Hill tiene muy buena estética, aunque una secuela que le desmerece mucho. Y Resident Evil, pese a que derivara en una serie bastante loca, es una adapción de videojuego muy astuta: en vez de recontarnos lo que sale en la play y adaptar cosas que funcionan a nivel lúdico, pero no cinematográfico, como los puzles, crearon un guión distinto.
Lo cierto es que Warcraft la vi sin saber del videojuego más que de oídas, y..bueno, es una película digna. Floja pero digna. Salí del cine pensando que Dragones y Mazmorras habría lucido más con una adapción de este estilo y no la del 2001.

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