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jueves, 20 de octubre de 2016

Blair Witch (2016). Ahora con un 10% más de GPS y personajes desorientados








En 1999, una película hecha casi con cuatro perras consiguió una recaudación millonaria y hacer que el público tuviera sus dudas respecto de lo que había visto: ¿Realmente eran las últimas imágenes de tres jóvenes desaparecidos en el bosque, o una astuta campaña de marketing para promocionar una filmación entonces novedosa? Por suerte se trataba de lo segundo, y la Bruja de Blair llegó a convertirse en una franquicia bastante resultona donde no faltó una guía sobre la historia del bosque, comics, videojueos e incluso una serie de libros para jóvenes similar a Pesadillas. En cambio, no le lució mucho el pelo en el cine, con una secuela donde se reconocía abiertamente su carácter ficticio y cuyo cambio de formato y tono fue tan drástico que cortó la saga de raíz. Habría que esperar 15 años a que se decidieran a llevar de nuevo a varios personajes armados con cámaras a los bosques de Maryland y a que el público, con un poco de suerte, pudiera saber algo más de lo que sucedía en un lugar que parecía saltarse a la torera las reglas de orientación más básica.








La idea de Blair Witch sería la de una secuela,si se tiene en cuenta a unos personajes que, siendo uno de ellos el hermano menor de una de los desaparecidos, deciden regresar al lugar, acompañados por dos jóvenes de la zona, y encontrar alguna pista de lo que pudo sucederles. Pero también la de un remake, porque lo que les pasa a estos una vez se adentran en el bosque es muy similar: una vez entre los árboles, es imposible encontrar el camino de vuelta. Durante la noche se escuchan ruidos extraños, aparecen extrañas figuras hechas de palos y varios miembros del grupo desaparecen. Y pese a contar con instrumentos más complejos y fiables que una brújula, tanto los relojes como los Gps no sirven de mucho en un bosque donde el tiempo parece detenerse o avanzar de forma antinatural.






La impresión final que acaba dando la película es más bien la de remake: salvo el tener en cuenta la original como punto de partida, el guion recurre a las mismas situaciones y escenarios de esta. Tanto que este pierde mucha frescura, al no contar con el factor sorpresa que tuvo en su momento y con un formato que hace mucho que ya no es una novedad. En este caso, se aumenta el número de personajes, incluyendo a dos cuya finalidad es la de potenciar la idea de la existencia de una amenaza sobrenatural, convirtiéndolo en algo real para los protagonistas y haciendo también que se perdiera la ambigüedad que había caracterizado gran parte del primer guión.



Ahora sabemos donde estuvo Ramona Flowers cuando cortó con Scott Pilgrim: se fue al bosque


Optar por lo fantástico es una solución que parecen haber tomado para enfrentar uno de los retos que suponen los quince años de diferencia entre guiones: los mapas y las brújulas han dado paso a Google Maps e incluso a los drones, de los que los protagonistas se sirven para conseguir una visión más amplia de la zona y que como era de esperar, es lo primero que hace falta destrozar. En este caso, la atmósfera de confusión que podía trasmitir un bosque para quien no lo conozca se convierte aquí en un elemento sobrenatural, presentando de forma directa cómo el tiempo comienza a alterarse y percibirse de forma distinta para los personajes. En una historia con tan pocas sorpresas es de agradecer cómo estos acaban sumidos en una noche perpetua, o cómo lo que parecen haber sido unas horas para una parte del grupo, han sido varios días para el resto.





El convertir la historia en algo sobrenatural se termina de confirmar en determinadas situaciones clave: en este caso, llega a aparecer la criatura que le da nombre a la película, aunque sea por un momento muy breve y para justificar un poco una secuela donde, abandonado el juego entre realidad y ficción, pueden recurrirse a los efectos especiales. Tampoco es que sea algo demasiado llamativo, porque con el exceso de movimientos de cámara que hay en el último tercio, es un poco difícil apreciar nada. Para ser la secuela de la pionera del rodaje en primera persona los tembleques son muy exagerados y llegan a hacer un podo difícil el seguir a unos seis personajes de los que intentan deshacerse demasiado rápido en unos pocos minutos.


Ni la aparente solución que se da al misterio del bosque, ni la curiosidad que podría generar el ver cómo se las arreglan para afrontar situaciones que resultan muy distintas con el salto tecnológico, sirven para salvar a Blair Witch de ser una pelicula innecesaria: esta se ha limitado a coger el mismo guión que se estrenó hace años, aplicarle el conveniente cambio electrónico y no aportar lo más mínimo a una historia que, para poder disfrutarla mucho más, es preferible acudir a su primera parte y olvidarse de su secuela. O remake. O reboot. O como lo llamen ahora.

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Salvando las distancias, me recuerda a la última de 'Independence Day'. Supuestamente es una secuela pero podría pasar por 'remake' o 'reboot'. Lo mismo sucede con la nueva de 'Cazafantasmas' o la última de 'Parque Jurásico'. Suma y sigue.

Renaissance dijo...

Tal cual: no aporta nada, ni continúa la historia, ni supone un avance: se limita a contar lo mismo adaptado a las mañas del público de hoy.

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